Era carnívoro y de talla mediana, con un largo de 6 metros y una cabeza de 60 o 70 cm de longitud. Este megaraptor brinda nuevas pistas para recrear la fauna cretácica del sur argentino.
Hace 80 millones de años, Murusraptor barrosaensis formaba parte de un complejo ecosistema integrado por cocodrilos, tortugas y grandes dinosaurios herbívoros. Hoy, después de dos campañas en el año 2001 para extraer sus restos y de quince años de trabajo de investigación, Rodolfo Coria, investigador independiente del CONICET en el Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología de la Sede Alto Valle de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN) y Philip Currie, investigador de la Universidad de Alberta, Canadá, publicaron el hallazgo y descripción de este ejemplar en la revistaPLOS
Es un dinosaurio del Cretácico Tardío, y de una antigüedad aproximada de 80 millones de años. Fue encontrado en la Formación Sierra Barrosa, en Neuquén.Pertenece a un conjunto de formaciones geológicas denominado Grupo Neuquén que ha provisto restos de dinosaurios y faunas cretácicas sumamente informativas en los últimos 40 años.
Aquí una el fragemento de una entrevista realizada por Cecilia Leone.
¿Por qué recibió el nombre de Murusraptor barrosaensis?
Los restos estaban localizados sobre las laterales de un cañadón, en paredes verticales de arenisca, a unos dos metros de altura sobre el suelo. Por eso decidimos llamarlo Murusraptor que significa raptor (predador) de la pared, y barrosaensis porque la localidad geográfica donde trabajamos se denomina Sierra Barrosa. Es una barda de más o menos 50 km de extensión, que se encuentra al norte de la ruta 22 entre Neuquén y Plaza Huincul.
¿Qué piezas fósiles encontraron?
Tenemos toda la parte posterior del cráneo. Desde las órbitas hacia atrás, está completo, nos falta el hocico del animal pero encontramos todos los huesos postdentarios, es decir los huesos de la mandíbula que articulan con el cráneo, lo que lo convierte en el cráneo mejor conservado de megaraptores en el mundo. Tenemos varios dientes sueltos pero llegamos tarde para recuperar el hocico que fue erosionado. También tenemos muchas piezas vertebrales que nos aportan muy buena información de la columna así como de la parrilla costal y del canasto de gastralias -estructura anatómica de origen dérmico- que son elementos muy importantes para identificar el tipo de dinosaurio carnívoro. Además, encontramos huesos de la cadera y de las patas. En general, siempre los dinosaurios se conservan de manera muy incompleta y Murusraptor barrosaensis no es la excepción, sin embargo tiene partes que eran desconocidas para este grupo que nos dieron la oportunidad de conocer mejor la anatomía osteológica de este megaraptor.
¿Por qué se conservaron tan bien estos restos?
Tuvimos mucha suerte, eso es azaroso. Los huesos estaban depositados en el fondo de un antiguo canal. El animal había sido transportado porque está totalmente desarticulado. Pero la energía de transporte debe haber sido muy suave porque las vértebras y el cráneo están conservados hasta en sus ínfimos detalles anatómicos. Los huesos postdentarios tienen el grosor prácticamente de una hoja de cartulina y están en perfecto estado, con un color blanquecino que parece que el animal murió el mes pasado. ¿Por qué se conservó tan bien? No lo sabemos, evidentemente las condiciones de preservación de Sierra Barrosa son las adecuadas para conservar fósiles en buen estado.
Teniendo en cuenta eso, ¿van a seguir trabajando en la zona?
Absolutamente, ya tenemos trabajos en marcha sobre los resultados de las campañas que hicimos ahí. Murusraptor barrosaensis es el primer taxón proveniente de la Formación Sierra Barrosa pero tenemos una fila de papers en proceso para ser publicados en el futuro inmediato. La preservación es fantástica más allá del tipo taxonómico que se trate, hay mucha diversidad: hay tortugas y cocodrilos, entre otros.
¿Qué características anatómicas tenía Murusraptor barrosaensis?
Calculamos que en base a la longitud del ílion y de la tibia, este animal tenía entre 6 y 6.5 metros de longitud. Era un animal bípedo, es como si fuese una paloma de ese largo, con una cabeza ubicada a unos 2 metros de altura. No es un animal particularmente grande para los estándares dinosaurianos, es un dinosaurio carnívoro de tamaño mediano. Todos los megaraptores que se conocen en el mundo tienen este tipo de talla. Este Murusraptor barrosaensis no había llegado a la madurez total a la hora de su muerte, podría haber alcanzado una talla un poco mayor, pero tuvo una vida muy complicada.
¿Por qué?
Fue muy dolorosa, la parte izquierda del cráneo está completamente remodelada por abscesos óseos probablemente producto de infecciones. Encontramos varias costillas rotas y vueltas a sanar, algunas también con procesos infecciosos purulentos. Tuvo una vida bastante difícil y no sería raro que alguno de estos procesos infecciosos, sobre todo el que afecto al cráneo, haya sido la causa de su muerte.
¿Por qué tuvo está 'vida dura'?
Lo más probable es que sean traumatismos producto de peleas con otros congéneres o especies que fracturaron sus costillas en enfrenamientos. Uno de nuestros proyectos es hacer un estudio patológico. La cuestión paleopatológica puede ser interesante para ver de cuáles eran las estrategias de reabsorción ósea frente a distintos procesos patológicos, infecciosos u oncológicos.
¿Cuáles son los aportes de este descubrimiento?
Este hallazgo demuestra que los megaraptores, como grupo taxonómico, era un grupo muy diverso en Patagonia. Durante muchos años se consideraron que los típicos dinosaurios patagónicos, por su repitencia en el registro fósil, eran los abelisaurios o los carcharodontosaurios. Creo que los megaraptores están desbalanceando esto. La fauna de dinosaurios depredadores del Cretácico en Patagonia era mucho más diversa de lo que pensábamos. No había grupos taxonómicos netamente dominantes sino que había una distribución de roles ecológicos clara, y los megaraptores ocupaban un nicho ecológico muy importante. Estamos agrandando nuestra resolución óptica de cómo estaban compuestos estos ecosistemas y vemos que estamos lejos de saber la totalidad de la composición ecológica de ese período. Esto nos estimula a seguir yendo al campo a explorar.
Sobre el investigador:
Rodolfo A. Coria. Investigador independiente. Investigación en Paleobiología y Geología de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN)
Philip J. Currie. Universidad de Alberta. Canadá.
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