28 abr 2007

Designaciones en Ciencias Jurídicas: Más expresiones sobre las amenazas a docentes y estudiantes

El rector de la Universidad, Jorge Gil emitió un comunicado el fin de semana pasado expresándose sobre las amenazas que un docentes y una estudiante de la Facultad de Ciencias Jurídicas de Trelew, habían recibido después de denunciar irregularidades en la designación docente de esa Facultad. La semana pasada se sumó otro hecho. El consiliario alumnos, Juan Manuel Duarte, integrante del Consejo Superior, fue víctima de otra sospechosa acción. Según indica un comunicado de la Federación de Estudiantes Universitarios de la Patagonia, ingresaron a la habitación de Duarte, que vive en una gamela y se llevaron documentación, se llevaron afiches y panfletos, y revisaron sus objetos personales. Los estudiantes denunciaron la designación por fuera de lo establecido en el Consejo Académico de la Facultad, de una importante cantidad de docentes, entre los que se cuentan el fiscal de Estado, Jorge Miquelarena.
"enunciamos nuestra denuncia y rechazo absoluto a cualquier tipo de aplicación de prácticas de amedrentación pública, implícita o explícita, provenga de donde provenga, se presente bajo la forma en que se presente. La construcción social no puede cimentarse más que en los convencimientos ideológicos individuales y en las conductas colectivas emergentes. Por tal motivo, repudiamos los actos denunciados por Laura Mir (consejera del claustro alumno de la Facultad de Ciencias Jurídicas, Trelew) y Paulo Koning (consejero del claustro docente) sobre intimidación en su accionar público", afirmó el rector en su misiva.
El viernes 27 sumó su opinión sobre las denuncias el ministro del Superior Tribunal de Justicia, Jorge Plefer, a través de una carta abierta, mediante la que expresa que "En los claustros de derecho el comportamiento político ha de ser ejemplar. Si la casa que forja a los que defenderán la dignidad humana en toda su dimensión no traduce lo que se predica, poco favor se hará al derecho, creación cultural que tiende a la convivencia en paz y a poner freno a los que mandan".
Siguió diciendo que la imposición de cualquier signo es inaceptable. "Los claustros son la única fuente de autoridad y mando y quienes detentan cargos transitorios de ejecución deben respetarlos para enaltecer a las instituciones y enaltecerse ellos mismos como hombres. El diálogo y el consenso son la única manera de salvar el desafío de esta hora; diálogo franco, abierto, sin proscripciones ni trampas". Finalmente invita a docentes y estudiantes a no ver "en cada petición un agravio y en cada pensamiento una rebelión".
LA CARTA
Carta abierta a las autoridades docentes y alumnos de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad
La medida de civilización o desarrollo de una Nación no pasa necesariamente por la entidad del Producto Bruto Interno, los niveles de inversión, las reservas del Banco Central o el grado de apertura económica; o aún por la disminución de los índices de pobreza. L
as naciones civilizadas son aquellas en las que la preocupación del Estado está centrada primordialmente en la educación del pueblo y pueden exhibir un progreso de la educación y de la cultura superlativos.
El desarrollo puede pensarse como un proceso de expansión de libertades reales que disfrutan los individuos, en particular la de acceder a una educación, cuyo cercenamiento debe considerarse como una verdadera privación de esa libertad.
Allí, la apuesta de la generación del 80; ese era el espíritu de la Ley 1420; esa, la inspiración de los hombres de coraje que hicieron la reforma universitaria de 1918 y que pocos en nuestras casas de estudio recuerdan.
Los acontecimiento que son de conocimiento público, sucedidos en la Facultad de Ciencias Jurídicas en los últimos tiempos, me persuaden de la necesidad de echar algunos párrafos sobre este último acontecimiento que, no por haber ocurrido hace más de noventa años ha perdido actualidad y que, apuesto y confío, ayudará a resolver el desaguisado actual que tanto daño causa a una institución que para colmo de males, está en su momento inaugural.
No diré mucho de la épica de la reforma, sí de sus principios. Los hombres más esclarecidos de su tiempo participaron activamente en el movimiento; su manifiesto liminar llevó por título “La juventud argentina de Córdoba a los hombres libres de América” y fue signado por Enrique F. Barros, Horacio Valdez, Ismael Bordabehere, Gumersindo Sayazo y Ceferino Garzón Maceda, entre otros, y constituyó un sonoro grito de libertad y de esperanza. Deodoro Roca, Arturo Orgaz, Arturo Capdevila, Alejandro Korn, Alfredo Palacios, José Ingenieros, Juan B. Justo, Francisco Barroetaveña, Nicolás Repetto y Augusto Bunge, por citar sólo algunos, apoyaron vivamente este rompimiento de esquemas fosilizados. También el Consejo Federal de la FORA (Federación Obrera Regional Argentina) acompañó a los estudiantes en su reclamo. Luego del ´18, nada volvió a ser lo mismo a pesar de que la garra de una sociedad cerrada y decadente fue liquidando paulatinamente las conquistas alcanzadas. Los ’30, los ´40 y los ´50, los ´60 (quizá la Noche de los Bastones Largos fue el golpe de gracia), los ´70 y los ´90, fueron las líneas de un retroceso considerado por algunos indefectible e irreversible.
Pero ¿qué movilizaba a aquellos espíritus inquietos y liberales, humanistas y democráticos, cientificistas y progresistas en el cabal sentido del término? y ¿ porqué ahora podemos traerlos una vez más a nuestra realidad a pesar de que el tiempo, ese gran motor del olvido en nuestra geografía, los ha dejado ingratamente en un desván?.
Aquel manifiesto habla por sí mismo y recobra inocultable actualidad. Esos jóvenes, algunos adolescentes aún ya advertían que “...las universidades han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos y -lo que es peor aún- el lugar en donde todas las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara. Las universidades han sido el fiel reflejo de estas sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil. Por eso es que la ciencia, frente a estas casas mudas y cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático. Cuando en un rapto fugaz abre sus puertas a los altos espíritus, es para arrepentirse luego y hacerles imposible la vida en el recinto...”. Luego, a voz en cuello tronaban esos espíritus visionarios “....Creímos honradamente que nuestro esfuerzo había creado algo nuevo, que por lo menos la elevación de nuestros ideales merecía algún respeto. Asombrados contemplamos entonces cómo se coaligaban para arrebatar nuestra conquista los más crueles reaccionarios”. Y levantaban, por fin, el himno esperanzado: “...No podemos dejar librada nuestra suerte a la tiranía de una secta religiosa, ni al juego de intereses egoístas... Recojamos la lección, compañeros de toda América; acaso tenga el sentido de un presagio glorioso, la virtud de un llamamiento a la lucha suprema por la libertad; ella nos muestra el verdadero carácter de la autoridad universitaria, tiránica y obcecada que ve en cada petición un agravio y en cada pensamiento una semilla de rebelión...”.
Largo sería reproducir todo el “Manifiesto Liminar del 21 de junio de 1918, verdadero ejemplo de la acción inteligente al servicio de la educación, la libertad y la democracia y, vuelvo a decir, abandonado en el trastero de la historia.
Hoy , infortunadamente se ha llegado al límite; de allí el imperativo de su evocación; no por la nostalgia de tiempos mejores, sino como advertencia de que nos hemos apartado de un sendero que, o lo retomamos con vocación decente de futuro o lo abandonamos para hundirnos definitivamente en el abismo oscuro del atraso y de la iniquidad.
Debo decir que con paciencia, los docentes y alumnos de la Facultad de Ciencias Jurídicas hemos aceptado el actual estado de cosas; mediocridad, desorden, pobreza, entre otras tantas vilezas que denigran la enseñanza pública y que fueron la moneda corriente de estos años. La situación fue asumida como connatural a un orden que benefició a la enseñanza privada, paga, y a los advenedizos que, aún desde lo público, sacaron partido económico o prestigio social. No debemos olvidar que la Argentina de la educación general gratuita fue una herramienta formidable de permeabilidad social que hizo que hijos de analfabetos se graduaran en los claustros para devolver a sus orígenes la dignidad del hombre libre, pues no hay libertad en la ignorancia, que es como el collar del perro doméstico.
Docentes y alumnos se resignaron estoicos a las bibliotecas famélicas, al perfeccionamiento en manos ajenas, a abordar el proceso de aprendizaje como una aventura diaria de futuro imponderable, a la cobertura de puestos académicos sin preparación técnica adecuada, a la falta de formación de los docentes, a la existencia de una burocracia inoperante y, lo que es peor, a la generación de una “oligarquía” pseudo-académica que pretenciosa en su vulgaridad -que es como decir en su obscenidad- decidió por años la suerte del pequeño universo con el solo argumento del amiguismo. Nos conformó el proceso formal de elegir representantes que, para colmo de males, se encontraron con el herrojo del “status” y de la ausencia de presupuesto. Esperanzados, personas valientes, mujeres y hombres comprometidos, pretendieron modificar la situación. Con defectos e imperfecciones, se propusieron sacudir la espina dorsal de la burocracia y poner coto al poder omnímodo de algunos, generándose ámbitos de discusión y participación colectiva en la toma de decisiones, empujando a los claustros a aceptar auténticas maneras procedimentales de la democracia y, fundamentalmente, alumbrando un proceso de selección docente más acorde con el ideal que permitiera, aún de manera gradual, llegar a las oposiciones públicas, única e incuestionable fuente de legitimación de los que dirigen el proceso de aprendizaje. Todo parecía promisorio. La esperada calificación de Facultad de nuestra vieja Escuela ofrecía un campo propicio a la realización de ideales compartidos.
Sin embargo, inesperadamente nos hallamos en retroceso; en una vuelta que, para peor, sitúa las fronteras de lo inicuo más atrás del comienzo. Un límite que no admite complacencia; un umbral que debe avergonzarnos.
El poder ha de ejercerse con altruismo -no es otro el modo-. No es posible aceptar que las instrucciones de Maquiavelo para la Italia del temprano renacimiento se conviertan en el manual de actuación del siglo XXI; como si fueran verdades eternas o leyes inmutables. No hay política sin ética, pues de otro manera, la tensión que el fenómeno provoca sólo podría dirimirse con la fuerza, la astucia o la intriga. En todos los órdenes sociales debe primar la acción inteligente, la tolerancia y el respeto; los conflictos deben ser resueltos a través de las manera en que los hombres civilizados han dispuesto, siempre y cuando nuestro deseo profundo sea evitar la jauría...o la piara.
En los claustros de derecho el comportamiento político ha de ser ejemplar. Si la casa que forja a los que defenderán la dignidad humana en toda su dimensión no traduce lo que se predica, poco favor se hará al derecho, creación cultural que tiende a la convivencia en paz y a poner freno a los que mandan.
La imposición de cualquier signo es inaceptable. Cohonestarla es traicionar los ideales humanistas, liberales y democráticos que vertebraron la universidad pública y laica desde 1918, un mojón -que como el marino al faro- no podemos ni debemos renunciar.
Los claustros son la única fuente de autoridad y mando y quienes detentan cargos transitorios de ejecución deben respetarlos para enaltecer a las instituciones y enaltecerse ellos mismos como hombres. El diálogo y el consenso son la única manera de salvar el desafío de esta hora; diálogo franco, abierto, sin proscripciones ni trampas. La casa debe nutrirse de sangre nueva, de pensamiento diverso, de ciencia y práctica, que ha de entrar por la puerta grande y generosa de la Universidad y no, por el capricho de algunos, por una deleznable hendija abierta en el patio trasero, situación que no merecen los aparentes beneficiarios, hombres de probidad y honor, cosa que doy por seguro.
El carácter de la autoridad está en la libertad. No veamos en cada petición un agravio y en cada pensamiento una rebelión.
Miguel de Cervantes Saavedra dijo: “Tanto más fatiga el bien deseado cuanto más cerca está la esperanza de poseerlo”.
Jorge Pfleger
Docente Universitario
DNI 11.973.150

1 comentario:

  1. Anónimo6:33 a.m.

    Es verdad, en el 2007, las designaciones en derecho eran una VERGUENZA. En comodoro se coloco más de 20 docentes honorem, para aumentar el padron en las elecciones del mismo año.
    Por ej. se designo al Dr. LEOPOLDO PURRICELLI para la catedra Civil 2 que dicta obligaciones jcas y responsabilidad civil. El Dr. PURRICELLI, se recibio en diciembre del 2006, sin destacarse en su promedio final, sin tener antecedentes docentes. El DR. PURRICELLI, fue designado ayudante docente antes de haber realizado en su ambito laboral su 1ra demanda de daños y perjuicios!!....y por que entonces PURRICELLI fue (ES) docente. Porque esta vinculado al PJ,es callado y votaria a la gestión. Favor por favor.

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