Un amasijo que empuja al mundo
con su aliento
rueda en la voz que dice
no se toca.
Crece como un follaje de agua
urgente
en los bordes de la sombra
hermana.
Marcha.
Los abrazos de los compañeros
prenden la voz
como se prende
el fuego.
Y en las chispas de luz
salta la forma
humana.
Pero el abrazo y la lengua
no tienen nunca
un solo cuerpo.
Vamos.
Luciana Mellado
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