Julia me llama al interno 20. Me dice que hay un marinero que quiere hacer una "notita". Bajo las escaleras. El ruso, con un cocoliche perfectamente comprensible me explica que: "hace una semana los barcos de Barillari están parados, son 8 barcos, y a nosotros no nos pagan. Nadie se hace cargo de pagarnos". Quiere que vayamos al puerto, allí están sus compañeros y un dirigente gremial del Siconara.
Se ofreció a llevarme junto a un fotógrafo.
"No hay que hacer como el avestruz, meter la cabeza en la arena, hay que sacarla", comentó Hennadiy, el ruso, mientras esquivaba autos en plena San Martin. Hace 10 años que vive en Patagonia ya recorrió casi todos los puertos de la región. "Me gustan los paisajes. Ahora después de la pesca me iba a ir con mi familia a conocer Esquel, a ver amigos en Santa Cruz, ahora sino cobro no puedo ir. Mientras más pasa el tiempo más necesitamos la plata", comentó.
En el puerto, dejamos el auto en el puesto de control, y caminamos. Una mañana hermosa. El aire no olía mal como siempre. El puerto estaba tan tranquilo como el mar. Ni un movimiento. Efectivamente 8 barcos estaban parados, y el dirigente del Siconara contó que la falta de pago de haberes afecta a marineros, estibadores, maquinistas, y a la larga afectará también al personal de la planta. "Aunque paran los barcos acá pero traen materia prima de otros barcos, entonces la planta no se para por ahora, si el problema sigue no sé que va a pasar", contó el delegado.
En el lugar ya estaban los colegas de uno de los canales de la ciudad. "Increible ya se nos acostumbró la nariz, ya no sentimos el olor a mierda de la costa", dice uno de ellos.
Los marineros dicen que no quieren quemar cubiertas, "lo queremos hacer por las buenas pero nos deben mucha plata, en blanco, en negro".
"Mirá una ballena", grita uno de los marineros, y sale a buscar una cámara de la guantera del auto. Esperamos que la ballena salga, aunque solo deja ver su lomo.
El sol, cálido, ya otoñal no nos dejaba ir. El tiempo se detuvo.
Una camioneta del gobierno se acerca. Los trabajadores comienzan a sembrar espectativas en la visita. Bajan dos tipos. No saludan, se mezclan entre los trabajadores, pero no les hablan. El más gordo, funcionario del área de pesca, habla por teléfono. Camina de acá para allá, de allá para acá, gritando, riéndose y haciendo chistes. "Lindo paisaje para que este la televisión filmando: todos los barcos parados", le dijo a su interlocutor al teléfono. Cortó y se acercó al grupo que esperaba que la ballena saliera de una vez por todas.
Al lado un efectivo de la Prefectura, vestido de marrón clarito, sostenía la cuerda que lo unía a un perro manto negro. La lengua afuera le llegaba al piso, y como todos miraban la costa.
El gordo funcionario, custodiado por un hombrecito de lentes grandes y oscuros, apuntó con el dedo y dijo: "Mirá la ballena". Todos lo miramos y nadie le dijo nada. Cansados de esperar lo frenamos. "Vino a intervenir por la situación de los trabajadores?" o "¿por qué los barcos están parados hace una semana?", preguntamos.
"Eh?...no, no. Vine con el ministro de la Producción que anda por la Municipalidad. Yo vine a acompañar al historiador, Budiño, que va a presentar un libro, y como vi la ballena vine".
EXCELENTE!!... ENCONTRE EL BLOG GRACIAS A RAWSONLINE. IMPECABLE TRABAJO
ResponderBorrarMuy buena la crónica,aunque patético que el funcionario del gobierno en medio de un conflicto laboral se deslumbre por la aparición de una ballena,repito, "IMPRESENTABLE EL GORDO"
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