Mónica y Veronika, dos de las artistas que expondrán sus obras.
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LA INTEGRAN LAS OBRAS
DE LOS ARTISTAS VEROKA
VELAZQUEZ, MONICA
BONAVIA Y MICOL METZNER
“La Fruta Prohibida” es una muestra artística sobre los
límites que cada vez comprimen más al ser humano. La inauguración será mañana a las 19, en la Sala de Arte del Museo Ferroportuario.
Las renovadas instalaciones del Museo Ferroportuario,
ubicado en Avenida Rivadavia y 9 de Julio serán el ámbito de exposición de una
obra integrada por pinturas, fotografías y audiovisuales. La muestra de las artistas Veroka Velázquez, Mónica
Bonavia y Micol Metzner ya fue presentada en Buenos Aires, en la sala “Tierra
Violeta”, el mes pasado. En esta ocasión, participarán también la artista Andrea
Digorado y la Batucada Comodorense.
Veroka es comodoronse, aunque vive
en Buenos Aires, donde desarrolla su trabajo como artista visual y diseñadora
de ropa. Siempre vuelve a esta ciudad para compartir sus experiencias y forma
de ver el mundo.
En “La Fruta Prohibida” se
encuentran las huellas de sus primeros trabajos, aunque aquí se propone
compartir su mirada, no “sobre la manzana de Eva”, sino sobre todo aquello que
marca prohibiciones al ser humano. Esta muestra -asegura- no es igual a la
anterior, es que cada montaje, y cada encuentro de la gente con las obras dan
lugar a una nueva forma comunicacional. Nada es igual.
SOBRE EL PRIMER MUNDO
Surgió después de una gira en
Hamburgo y Berlín, Alemania. El paisaje urbano, su gente, sus libertades y los
límites fueron una oportunidad para pensar la comparación inevitable con
Argentina, y otros países latinoamericanos.
Cuerpos desnudos en el río, y la
libertad de correr sin ropas ante una mirada que nunca se detendrá en el cuerpo
del otro, hasta ser natural.
La llegada 10 minutos tarde cuando
visitaba a un amigo, y la indiferencia como castigo por no respetar el horario.
La mirada atenta, que denota el
respeto de la obra del artista, cuando apenas comenzaba a dibujar con el
aerosol.
Son todas imágenes que Veroka
trajo en la mochila, y como combustible se convirtieron en obras. “Lo que es inimaginable en este primer mundo
es el azar, que el caos universal fluya, que la vida atraviese lo planeado, hay
un orden establecido irrompible a base de leyes, mandatos, ordenamientos y
multas. Mi sentir en particular es que la vida no fluía sino que cada camino
esta cuidadosamente guionado. Sentí un adiestramiento que imposibilita escuchar
el deseo”, sostiene.
Para la artista, la vida habita el
cuerpo, es la casa en movimiento. “La vida en nosotros es un cuerpo que siente,
desea, busca, se mueve, la vida danza, habita, transforma, camina, vuela,
corre, vibra, grita, descansa, fluye y palpita sin parar, lava de vida corre
por nuestro cuerpo y habita el planeta”, plantea.
Entonces por qué ponerle límites
al deseo. Con esa idea en la cabeza creó pases libres para vivir, que regaló a
los habitantes de las ciudades que visitó. “El momento se registró en una
fotografía, cada uno se comportó con su pase libre e hizo simbólicamente lo que
quería con él”, comentó.
La desnudez, tiene otro sentido
para ella. “En nuestro tercer mundo ya sea por religión miedo o
ignorancia yace un misterio oscuro debajo de nuestra ropa que deja al
descubierto un sistema de creencias construido desde la perversión y el abuso,
nos deja bloqueados al disfrute de nuestros cuerpos, a las caricias con
cuidado, con respeto y porque si, el compartir la vida, el compartir los
cuerpos, sin abuso. Ni siquiera podemos imaginar la desnudez transitada con respeto,
con cariño, con cuidado”. Esta visión es el concepto de una muestra que promete
inauguración con frutas prohibidas para todos.
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